TEMA 11. PAZ ARMADA

TEMA 11: LA PAZ ARMADA

En el último cuarto del siglo XIX, desde el fin de la guerra Franco-Prusiana y hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial, la política en la Europa capitalista e imperialista se caracterizará por un aumento en la tensión de las relaciones internacionales. La industria bélica se desarrollará debido a los continuos conflictos nacionalistas e imperialistas. Ya sea en defensa propia o por ambición, las naciones se lanzan a una carrera armamentística, sabedoras de que el conflicto estaba próximo. Todo ello derivaría en complejos entramados diplomáticos en los que se establecerían alianzas por las que las naciones estarían en conflicto aunque no estuvieran en guerra.        
GUIÓN DEL TEMA RELACIONES INTERNACIONALES (1870-1914)LOS SISTEMAS BISMARCKIANOS. EL COMPONENTE COLONIAL  PROBLEMAS DE LOS SISTEMAS BISMARCKIANOS
  1. LAS RELACIONES INTERNACIONALES (1870-1914)

A partir de 1871, tras la derrota francesa en la guerra franco-prusiana y la proclamación del Imperio Alemán, el canciller Bismarck se convierte en el árbitro de Europa, y las relaciones internacionales siguen sus directrices. Estas relaciones van a estar presididas por una serie de alianzas diplomáticas y un aumento del armamentismo, sobre todo en los primeros años del siglo XX, que logran evitar la guerra directa entre las potencias durante más de 30 años, larga etapa de paz que los historiadores han llamado la «Paz Armada». Este período suele dividirse en dos fases: una primera; hasta 1890, está presidida por el canciller alemán Bismarck y la creación de un sistema de alianzas que regulan las relaciones internacionales; y una segunda fase, que se inicia en 1890; en la que, al cambiar las alianzas anteriores, se van creando los bloques que se enfrentarán en la Guerra Mundial de 1914.

El predominio de las grandes potencias se mantiene invariable desde 1815: Gran Bretaña, Rusia, Alemania (antes Prusia), Austria-Hungría y Francia protagonizan congresos y conflictos. Gran Bretaña, potencia hegemónica que retiene el control de las vías marítimas y vigila el equilibrio continental, procurando impedir el nacimiento de otra potencia terrestre al estilo de la Francia napoleónica. Rusia, que ha encontrado en los inmensos espacios siberianos un campo de expansión demográfica y económica procura ampliar su salida hacia el mar Negro y los estrechos, objetivo que explica su presencia en la cuestión balcánica. Austria-Hungría, que ha visto cómo se ha producido la unificación alemana sin contar con ella, entiende que su única dirección de engrandecimiento se encuentra en el sur, en los Balcanes. Francia, vencida en la guerra de 1870, trata de no perder su estatuto de gran potencia y se orientará hacia la expansión colonial. Por último, la Alemania imperial goza del prestigio de su victoria de 1870 y aparece como una gran potencia económica y territorial.

Ya fuese para mantener la situación territorial de 1871, o para defender la comparecencia en el reparto de la herencia del imperio turco, o para conquistar posiciones coloniales fuera de Europa, lo cierto es que las grandes potencias se afanaron en incrementar su fuerza militar. La carrera de armamentos se acelera. El ejército alemán pasa de 400.000 a 500.000 hombres y dispone de reservas instruidas que le permitirían hacia 1885 poner en pie de guerra 1,8 millones de soldados; Francia instaura el servicio militar obligatorio mediante las leyes de 1872 y 1873; el servicio en filas dura en Rusia cinco años.

Desde el punto de vista económico, la mayoría de las naciones europeas, después de una etapa de liberalismo económico, regresan al proteccionismo en las relaciones comerciales. Se establecen tarifas aduaneras protectoras de sus propios productos frente a la competencia extranjera. Sólo Gran Bretaña y Holanda mantienen el librecambismo, es decir, el libre flujo de las mercancías.

Así pues, la situación de 1871 tendría los siguientes rasgos:

  • Existe un deseo de equilibrio y de mantenimiento de la situación territorial del continente europeo.
  • Existe un foco de perturbación en los Balcanes, donde el expansionismo de Rusia y de Austria-Hungría es origen de conflictos.
  • Aunque el objetivo sea la paz, la carrera de armamentos no se detiene y el potencial militar se incrementa de año en año.
  • El conflicto comercial en una coyuntura económica depresiva llevará la resurrección del proteccionismo.
  • LOS SISTEMAS BISMARCKIANOS.
    • OBJETIVOS

Hasta 1871 la política exterior del canciller prusiano ha sido ofensiva; es conocida su expresión “por el hierro y por la sangre”, para indicar que no se detendrá en medios. Conseguida la unidad de Alemania pasa a ser defensiva, mantenedora del orden político y territorial del continente, y sus esfuerzos se orientan a evitar cualquier cambio en Europa que pudiera afectar a la posición ventajosa del joven Imperio. De aquí que no carezcan de fundamento las tesis de que Bismarck como canciller imperial es un pacifista, el máximo -arquitecto de la paz, en su tiempo. Pero las complejidades propias de las relaciones internacionales le obligarán a complicadas maniobras diplomáticas que a veces bordean la guerra. Estos serán los dos principales objetivos para la consolidación del mapa político continenta:

1.- El objetivo primero será el aislamiento de Francia. La nación vencida ha sufrido una amputación territorial importante con la pérdida de Alsacia y Lorena, y en consecuencia debe impedirse su alianza con otras potencias y vigilar su recuperación militar para obstaculizar cualquier actitud revanchista. Frente al Estado Mayor germano, que deseaba prolongar la ocupación del territorio francés, Bismarck prefería el rápido pago de las indemnizaciones de guerra y la consiguiente evacuación, porque la ocupación despertaba la simpatía internacional por el vencido. Aislamiento de Francia, por tanto; éste será el objetivo primero y permanente.

2.- EL segundo objetivo será situar a Alemania como árbitro en Europa.  Se trata de una nación recién formada y si en otro tiempo fue Viena, en 1815, la sede de los Congresos, bajo la batuta de Metternich, y más tarde París, en 1830 y 1848, el foco de los acontecimientos continentales, y en los años siguientes Napoleón III el piloto de la política europea, en estos años Bismarck convierte a Berlín en el centro de las grandes asambleas (Congreso de Berlín en 1878 sobre la cuestión balcánica, Conferencia de Berlín de 1884-1885 sobre el reparto de África).

3.- El tercer objetivo será evitar las relaciones entre Gran Bretaña, Francia y Rusia. Bismarck trata de evitar la conjunción de un gran poder marítimo (Gran Bretaña) con un gran poder continental (Rusia), que con la presunta enemistad francesa forjaría un círculo terrible en tomo a Alemania

 Para aislar a Francia y hacer de Berlín centro de gravedad de la vida internacional, Bismarck procede a elaborar complicadas construcciones diplomáticas, que en seguida examinaremos. Lo asombroso es que, sin tener nada que ofrecer, Bismarck consiguió mantener a Francia aislada; a Inglaterra, amiga; a las probables antagonistas mutuas, Austria-Hungría y Rusia, aliadas. Pero esta laboriosa construcción diplomática tuvo su precio: Francia derivó su energía a la consolidación de un imperio colonial, Inglaterra disfrutó cómodamente de su supremacía oceánica e imperial, Austria-Hungría y Rusia terminaron rompiendo y enfrentándose. Tras la caída de Bismarck en 1890 su obra se desmoronó, ya puede deberse a la incapacidad de sus sucesores o a que el equilibrio elaborado por el canciller de hierro fuera muy frágil.

  • EL PRIMER SISTEMA BISMARCKIANO

A la primera construcción diplomática de Bismarck se ha denominado también sistema de los Tres Emperadores, porque el eje será la alianza Berlín-Viena-San Petersburgo. (Alemania- Austria- Rusia)

El primer paso, que supone el cambio de las posiciones de dos decenios, es la alianza entre Austria y Alemania. Hasta 1871 Austria ha sido el principal obstáculo para la unificación germana y contempla con aprensión creciente el engrandecimiento de Prusia. En mayo de 1871, recién concluido el conflicto franco-prusiano y firmado el tratado de Frankfurt, Austria inicia la aproximación a Bismarck y poco después se establece una alianza entre los dos países, pacto que se extenderá 1914. Bismarck propone el mantenimiento de la situación política del continente y una acción coordinada contra la Internacional, cuyo peligro se ha hecho patente en la Comuna parisina; Austria, por su parte, recaba el apoyo de Berlín para el avance hacia el sudeste europeo, en el momento en que se está estudiando la prolongación de la vía férrea que permitiría la salida de la red austriaca en dirección a la costa.  A Rusia también le interesa un acuerdo con Alemania y Austria para ampliar su territorio. La reunión de los tres Emperadores, Guillermo I (Alemania), Francisco José (Austria- Hungría) y Alejandro II (Rusia), en Berlín en septiembre de 1872, abre extensas entrevistas entre los líderes políticos de Austria y Rusia, supervisadas por Bismarck, las cuales culminarán en el acuerdo político y militar de 1873, denominado de los Tres Emperadores. A él se ha llegado tras constatar que existe coincidencia en el objetivo social de frenar la revolución obrera; que persisten nacionalidades descontentas (polacos. checos), peligrosas para los imperios; que la tendencia expansionista rusa hacia el espacio danubiano sólo es factible si se cuenta con la apoyo de Berlín. Las diferencias que pudieran obstaculizar el acuerdo, como las religiosas entre la católica Austria y la luterana Prusia, o las territoriales en la región del Danubio entre Austria y Rusia, fueron en ese momento menos fuertes que los intereses comunes. El acuerdo se completó con la convención militar firmada entre Rusia y Alemania, que preveía la ayuda de un ejército de 200.000 hombres en el caso de un ataque por otra potencia europea; alianza, por tanto, estrictamente defensiva. A continuación Alejandro II visita Viena y firma una convención de cuatro puntos que prevé las consultas entre los dos soberanos en caso de amenaza de una tercera potencia. El sistema era precario; los tres gobiernos obedecían a móviles diferentes. Alemania, al aproximarse a Rusia, busca desanimar cualquier conato de revanchismo francés; Rusia rubrica el acuerdo exclusivamente para evitar una aproximación estrecha Berlín-Viena y posibilitar su expansión balcánica; Austria-Hungría para satisfacer a Bismarck y tener las espaldas cubiertas en su avance hacia el sur. La escasa coherencia del sistema se descubre en la falsa alarma de 1875. Ciertas medidas de recuperación militar de Francia, acompañadas de una belicista campaña de prensa, generan la tensión franco-alemana e inmediatos sondeos de los dirigentes. Bismarck comprueba que pese al pacto, Rusia no apoyará una guerra contra Francia. Más grave para el sistema va a ser el conflicto balcánico que ya hemos examinado en la Cuestión de Oriente, en la cual tras el debilitamiento de la posición del Imperio Otomano en Europa, rusos y austriacos van a querer dominar el territorio de los Balcanes, lo cual en este momento hace que el Pacto de los Tres Emperadores esté bajo peligro. La hostilidad rusa hacia los austriacos, que han conseguido posiciones claves, aumenta. La alianza de los tres emperadores queda herida y Bismarck se ve precisado a montar otro mecanismo diplomático.

  • EL SEGUNDO SISTEMA BISMARCKIANO

Cronológicamente, el nuevo sistema de alianzas se apoya en tres acuerdos:               

  • Acuerdo secreto austro-alemán (1879).
  • Acuerdo austro-germano-ruso. Reedición de “3 Emperadores” (1881).
  • Triple Alianza entre Alemania, Austria-Hungría e Italia (1882).

Acuerdo austroalemán. Si en el primer sistema bismarckiano se ha concedido igualdad de trato a Viena y San Petersburgo. Berlín opta ahora por la alianza austriaca, y el tratado austroalemán que se firma en octubre de 1879 traduce de manera literal, sin perífrasis, el entendimiento antiruso de las dos potencias. Tras las tensiones balcánicas, Austria reclama que el texto se oriente contra Rusia, a pesar de la oposición del emperador Guillermo I, quien recordando su amistad personal con Alejandro II intenta evitar la firma, y ante la amenaza de dimisión del canciller y su gabinete se ve precisado a aceptarlo. El acuerdo prevé la asistencia militar en caso de ataque ruso y solamente la neutralidad benévola en el supuesto de conflicto con otra potencia. La ruptura con el sistema de los Tres Emperadores no puede ser más frontal.

Acuerdo Austro-Germano-Ruso: En ese momento la soledad de Rusia es total por lo que se van a inicia las primeras gestiones para retomar al seno de una entente con austriacos y alemanes. Con el asesinato de Alejandro II y la subida al trono zarista del ultraconservador Alejandro III, Bismarck comprende que es más fácil rehacer una Santa Alianza del orden para luchar contra los peligros del terrorismo y del socialismo. De esta manera, por deseo de alemanes y rusos, se firmará un nuevo tratado germano-austro-ruso en Berlín en junio de 1881. No se trata de una alianza militar; los tres consignatarios se comprometen a una neutralidad benévola en caso de ataque de una cuarta potencia; Berlín piensa en París y San Petersburgo en Londres. Por otra parte, aceptan subordinar cualquier modificación del estatuto territorial balcánico a un acuerdo común lo que pone teóricamente en manos de Bismarck el cierre de la expansión de sus aliados. Un protocolo adicional precisa que Austria-Hungría podría anexionarse Bosnia-Herzegovina, mientras los objetivos rusos quedan más difusos. Otra limitación, que recoge las dificultades de elaboración, es que el tratado se firma por sólo tres años. Viena tiene motivos para sentirse satisfecha, ya que se reconoce su orientación balcánica; Rusia, por el contrario, se vería obligada a dirigir su expansión hacia Asia. El último eslabón en la cadena de alianzas que prepara Bismarck es el tratado secreto germano-austro-italiano de mayo de 1882, signado en Viena.

Triple Alianza. Parecía difícil que Italia pudiera aproximarse a Austria; en el orden territorial, Roma reclama todavía territorios irredentos, en el orden religioso la tensión de la República italiana con la Santa Sede podría provocar problemas con la católica Austria. Son los conflictos con París los que finalmente inclinan a los italianos a este entendimiento poco antes impensable. En Túnez creía Italia tener un campo de expansión colonial, cuando inesperadamente es ocupada por los franceses; en la región marsellesa viven 50.000 italianos, que compiten salarialmente con los obreros franceses y son hostilizados. La opinión pública italiana comprende que es en Berlín donde puede encontrar un aliado. A esta coincidencia de enemistad hacia Francia se añade un aspecto ideológico; el rey Humberto, que ha subido al trono en 1878, estima menos importante la recuperación de las tierras irredentas que la lucha contra anarquistas y socialistas, y por tanto conviene la aproximación a los imperios centrales, símbolo del orden. Así, se desemboca en el tratado secreto de la Triple Alianza entre Alemania, AustriaHungría e Italia. Alemania e Italia se ayudarían en caso de que una de ellas fuera atacada por Francia; los tres estados se deberían asistencia mutua en caso de ataque por otras dos potencias. La alianza se firma por cinco años pero se renueva sucesivamente hasta 1915, siendo uno de los ejes del sistema diplomático europeo hasta la Primera Guerra Mundial. En 1882 Bismarck ve cumplidos todos sus objetivos. Francia se encuentra aislada; el estatuto territorial de Europa. Garantizado por renuncias recíprocas Austriacas, italianas y rusas; el carácter defensivo de los acuerdos responde al designio bismarckiano de paz europea; los imperios coinciden en su calidad de guardianes del orden.

3. EL COMPONENTE COLONIAL

El canciller germano concentró su atención en el equilibrio del continente, cuando las restantes grandes potencias orientaban su actividad hacia la formación de un imperio colonial. ¿Descuidó Bismarck este aspecto definidor de su época?. Inicialmente Bismarck se declaró reacio a las empresas coloniales porque Alemania no disponía de un potencial naval para controlarlas. Por otra parte, mientras otras potencias consideraban la actividad colonizadora como una espita para aliviar su presión demográfica, Bismarck contemplaba con recelo las migraciones y consideraba que una población numerosa en la metrópoli era indispensable para mantener el papel de grande. Las ventajas económicas tampoco eran tan evidentes como para sumergirse en una empresa de enorme costo. Y, sobre todo, la amistad con Inglaterra, requisito ineludible para la organización diplomática del continente, podía enfriarse si surgían tensiones coloniales extraeuropeas con Londres. No obstante, no podía ignorar las peticiones que desde los años 60, comerciantes de Hamburgo y Bremen, formulaban para realizar empresas en ultramar. A finales de los años 70 la crisis económica, las tensiones sociales y una presión mayor de algunos sectores, inclinaron al canciller a revisar su postura, aunque señalando de antemano que debería tratarse de una expansión limitada y que no supusiera compromisos financieros para el Estado. Cuatro zonas resumen la actividad colonizadora alemana: en el golfo de Guinea se regularizan las factorías con el protectorado de Togo y Camerún; en el sudoeste africano se proyecta la explotación de minas de cobre; en África oriental, por iniciativa del publicista Carl Peters, se recorren las regiones situadas frente a la isla de Zanzíbar; en Oceanía, tras una viva competencia con norteamericanos e ingleses, se proclama la soberanía sobre el nordeste de Nueva Guinea y el archipiélago de Nueva Bretaña, al que se denominará de «las Bismarck», y posteriormente sobre las Marshall y las Carolinas, aunque en éstas se aceptó el arbitraje del Papa, que confirmó la soberanía española. En 1884-1885 la Conferencia de Berlín define los derechos a la colonización y regula los dominios sobre las cuencas de los grandes ríos, y en especial sobre la del Congo. En ese momento. Bismarck se erige en árbitro de las grandes cuestiones de la colonización. Pero la intensa actividad colonizadora germana de los años 84 Y 85 había producido el enfriamiento de las relaciones con Londres y la aproximación Londres-París, y el canciller decide paralizar el proceso, que no se reanudaría hasta los años noventa, tras su desaparición política. Se comprueba, por tanto, cómo el sistema internacional bismarckiano se circunscribe en una óptica continental, y que la expansión mundial es desechada en el momento en que amenaza acabar con la soledad francesa.

  • FISURAS Y RUINAS DEL SISTEMA BISMARCKIANO

El andamiaje diplomático montado por Bismarck era excesivamente complejo y algunos de los participantes de las alianzas montadas por Berlín tenían intereses encontrados; tales eran los casos de Rusia y Austria-Hungría en los Balcanes, y en menor medida de Italia y Austria-Hungría en el Adriático. La preeminencia austriaca en los Balcanes, después del Congreso de Berlín de 1878, tenía que provocar la inquietud rusa. Viena penetra sucesivamente en Bosnia, Serbia y Bulgaria. Austria-Hungría había obtenido la administración provisional de Bosnia-Herzegovina, y pronto, y a pesar de los sentimientos populares eslavos del pueblo serbio, las autoridades de Belgrado firmaron acuerdos con las vienesas para el libre paso de mercancías y la construcción de las vías férreas necesarias para el enlace con Constantinopla y Salónica. En 1882, el príncipe Milán Obrenovich obtiene el reconocimiento del título de rey, y Serbia se convierte en un reino protegido por Austria-Hungría. En 1886 se ofrece la corona de Bulgaria a Fernando de Sajonia-Coburgo, considerado un vasallo de Austria, y el dictador Stambulov orienta decididamente al país hacia el entendimiento con las monarquías centrales. Rusia pierde todo apoyo en los Balcanes; el sistema de los Tres Emperadores está sirviendo los intereses de Austria-Hungría. En marzo de 1887 se cumplía el plazo de vigencia de la Triple Alianza, y un mes antes se procede a su renovación, ahora con un carácter más ofensivo y con algunas concesiones a Italia. Así se va dibujando la situación diplomática de los primeros años del siglo XX, hasta 1914; mientras Roma se ancla en el eje Berlín-Viena, San Petersburgo se desengancha progresivamente de sus antiguos aliados. Todavía efectúa Bismarck un último intento de afirmación de la alianza rusa. Al no poderse renovar el tratado de los Tres Emperadores, ante la incompatibilidad de intereses de Viena y San Petersburgo, Bismarck firma en secreto el denominado tratado de reaseguro de 1887, que estipula la neutralidad rusa si Francia ataca a Alemania y la neutralidad alemana si Austria-Hungría ataca a Rusia, y el apoyo diplomático de Berlín a Rusia en la cuestión búlgara. La fragilidad del acuerdo, o sus escasos beneficios para los intereses zaristas, que casi al mismo tiempo contemplan impotentes su ruptura con Bulgaria, anuncia el final del sistema bismarckiano. Es el momento de recapitular las grandes directrices de la política internacional del «canciller de hierro». Bismarck ha apoyado su obra diplomática en tres pilares:

– Alianza con Austria-Hungría e Italia

– Armonía con Londres. Era indispensable; el costo, una política colonial prudente. Esta concordancia se rompe en el momento en que el engrandecimiento económico de Alemania le convierte en rival de Gran Bretaña;

Amistad con Rusia. Aquí reside la gran contradicción, no se podía ser a un tiempo socio de Viena y San Petersburgo.

El genio de Bismarck brilla en sus maniobras para mantener vigente el tratado de los Tres Emperadores, pero ya en los últimos años se estrechan las relaciones financieras entre Rusia y Francia, y en 1891. Un año después de la caída de Bismarck, se firma la entente cordial franco-rusa. En ese momento se puede decir que se ha venido abajo todo el entramado bismarckiano. La obra de Bismarck ofrece dos vertientes en resumen de René Girault: la geopolítica y la ideológica. En cuanto a la primera, Alemania se esfuerza en impedir la guerra en dos frentes, la conjunción del enemigo tradicional, Francia, con el imperio de los zares; su mayor problema es la colisión de intereses balcánicos entre Austria-Hungría y Rusia. Desde el punto de vista ideológico Berlín es símbolo de la ideología conservadora, monárquica, defensora del orden; en contraposición, la III República francesa representaría el nuevo orden, el laicismo, los peligros de la revolución. Lo mismo que Mettemich en los primeros decenios del siglo XIX, el canciller prusiano se esforzó en presentar a Francia como la gran amenaza para Europa, aunque en el fondo sus posturas se inspiraran en intereses nacionales.

Publicado por profesorfelipegarcia

Profesor de Geografía e Historia.

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